Transparencia

Hace un par de semanas, viajé a Italia y quedé con un amigo del mundo del vermut. Surgió en nuestra conversación el caso de una marca italiana emergente y de la importante multa que acababa de recibir por ‘sofisticación’. Ponía en sus etiquetas información falsa sobre los procesos de elaboración y las autoridades responsables de la represión de los fraudes les pilló.

La verdad es que la legislación italiana es algo más estricta que la europea – y que la española. Se desmarca en dos aspectos clave: en las etiquetas tienen que venir detallados los ingredientes y el productor real. De aplicarse tales normas en España, quizás no conseguiríamos una absoluta transparencia y trazabilidad pero sí nos moveríamos en la buena dirección.

Tomémoslo por partes:

  • 1) El productor. Como es bien sabido, muchos vermuts se elaboran por terceros, lo que es perfectamente normal. En Italia, en la etiqueta tienen que venir por lo menos las iniciales de la casa elaboradora y su dirección (como mínimo código postal, pero muchos ponen la dirección completa). Armado de esta información, puedo averiguar en dos segundos de donde viene mi vermut. En España, la única obligación es incluir el numero del registro de embotelladores. Como el registro es una competencia de las autonomías, su disponibilidad para el consumidor varía. Las listas catalanas y andaluzas, por ejemplo, se pueden encontrar sin mayor problema, pero otras no son públicas. De todos modos, que el consumidor tenga que ponerse a buscar una lista en google y luego compararla con el número que viene en la etiqueta es un proceso injustificablemente largo: “lo puedes averiguar, pero tendrás que currártelo”. Y si añadimos que se puede hacer trampa con el registro.
  • 2) La receta. Obviamente, no se trata de poner información secreta (qué hierbas, en qué cantidades) en la etiqueta (¿os imagináis tener que hacer el listado de los 120 ingredientes que algunas marcas dicen utilizar?). Una etiqueta italiana típica dice esto: “vino blanco, azúcar, alcohol, extractos naturales y colorante E150d” (si el color se obtiene con azúcar quemado, no hace falta mencionar colorante, ya que el azúcar está en la lista).

¿Parece poco? Es que no hace falta mucho para acabar con algunas de las lacras del vermut en España. Con más detalles sobre el elaborador, ya no tendré que escuchar a representantes de una nueva marca “gallega” decirme que elaboran en sus instalaciones cuando el producto se embotella cerca de Barcelona, a más de mil kilómetros de éstas. Y tampoco se podrá hacer trampa: si no pones en la etiqueta el nombre de la empresa elaboradora o si mientes sobre ella, incurrirías en fraude.

Igual con los ingredientes: existe la tendencia de pretender hacer un producto 100% natural, negando el uso del caramelo E150d (el mayoritario, por razones de coste). Si los ingredientes tienen que figurar en la etiqueta, sigue la opción de mentir, pero vendría acompañada con la posibilidad de ser condenado por ello.

Estos dos pequeños pasos, nada complicados, ayudarían a tener un mercado del vermut más transparente y, por ende, de mayor calidad. La verdad tiene un coste, pero el consumidor tiene derecho a ella. En esta nueva columna vamos a trabajar en ello, ya que, a fin de cuentas, tal debería ser el papel de los periodistas.